Hoy, 10 de diciembre, se celebra en todo el mundo el día internacional
de los Derechos Humanos y el próximo año se celebrará el 70 aniversario de la
aprobación por parte de la ONU de Declaración Universal de los Derechos Humanos.
¿Es realmente una celebración a nivel mundial? ¿Cuántos son verdaderamente
conocedores de esta Declaración y cuántos saben qué son esos Derechos?
Según el libro Guinness de los récords, se trata del documento más
traducido y ha sido incorporado a muchas de las Constituciones de los distintos
países. Y, sin embargo, son muchos millones las personas que desconocen cuáles
son sus derechos: aquellos que les corresponden por el simple (o no tan simple)
hecho de ser personas. Dicho más finamente: los que son inherentes a todo ser humano.
Es probable que en nuestra sociedad del primer mundo podamos mencionar y reconocer
los más importantes (derecho a la vida, a la libertad, a la educación, al
trabajo, a la igualdad…), incluso los entendemos y creemos que son respetados.
No obstante, me pregunto qué pensarían otros seres humanos si les preguntásemos
al respecto: a un niño de un país subdesarrollado, al súbdito de una dictadura o
a una mujer de un país musulmán fundamentalista…por poner unos ejemplos. ¿Se
reirían si les mencionamos cuáles son sus derechos fundamentales? ¿Entenderían
su significado? ¿Sabrán que tienen derecho a ser libres o a opinar…? Mucho me
temo que el día de hoy no les dirá absolutamente nada y que igualmente nada
tendrán que celebrar.¿Y nosotros? ¿Tenemos algo que celebrar? A lo largo de la historia muchos han sido los intentos por el reconocimiento de ciertos derechos de las personas. Fue un avance lento y lleno de dificultades y luchas. La Declaración Universal de la ONU es, en cuanto a reconocimiento teórico, definitiva y completa: poco más hay que añadir en ese plano. Pero en lo práctico queda un tremendo camino por recorrer. Queda un mundo, no de declaraciones, sino de aplicaciones efectivas de esos derechos… No es suficiente que se recojan en las leyes nacionales (cuando se recogen, claro). Lo urgente es obligar a los poderes públicos a que los cumplan efectivamente.
¿Yo tengo algo que celebrar? No mucho, porque veo cuantos son los que no
disfrutan de estos derechos “inherentes”. Yo misma creo que algunos de esos
derechos me son reconocidos de forma parcial pero, al menos, ahora mismo tengo
la suficiente libertad para opinar sin temor a las represalias que millones de
personas sufrirían en muchos países por escribir unas líneas como estas.
María Estévez García 1ºA.
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