No es novedad que la filosofía sigue siendo una
disciplina disputada, lo ha sido siempre desde que tenemos noticias de su
origen y del destino de todos aquellos que la profesaron, hoy nos preguntamos
si tiene sentido seguir manteniendo y costeando su existencia en el sistema
educativo, pues como muy bien escribe la filósofa Amelia Valcárcel, es una
energía cara que cuesta pagar, la buena noticia a mi entender, es que es
renovable. Leed y pensad…
El pensamiento es
la energía más sutil y necesaria de cuantas existen. Es una energía cara. Para
producir personas capaces de generarla necesitamos todo el completo sistema
educativo, que cuesta mucho, y una sociedad que, con confianza, lo pague. En
los largos años en que nos educamos aprendemos una larga cantidad de cosas que
traen de suyo el sernos en apariencia inútiles. Cosas que probablemente usemos
muy pocas veces. Nociones de casi todo, de matemáticas, de gramática, de
geografía, de física, de historia, de cristalografía… que nos gusta saber que
se quedan ahí. Son como escalones que nos permitirán acceder después a otros
saberes más complejos.
La filosofía es la
más extraña. Es un saber del que muchas sociedades han prescindido y
prescinden. Es fascinante. Nace con Grecia y nos acompaña desde entonces,
cambiando y modulándose sin descanso, con unas teorías trepando sobre otras
hasta componer un edificio asombroso al que conocemos por el nombre de Historia
del Pensamiento. Porque no es cierto que la filosofía enseñe a pensar. A pensar
nos entrena, sin duda, pero nos enseña lo que ha sido pensado y su porqué. Nos muestra el suelo
sobre el que navegamos. El enorme flujo de ideas y argumentaciones que nos ha
traído hasta nuestro presente.
A veces lo
peculiar de nuestra tradición nos sorprende: parece un enorme e insensato
derroche de inteligencia. Pero luego nos damos cuenta de que, con toda esa
masa, hemos hecho cosas. No son solamente ideas, sino que se han traducido a
instituciones, comportamientos, reglas y costumbres. Eso nos sucede porque ese
saber está intrínsecamente vinculado a lo que somos, nos ha moldeado en
realidad. Somos la primera humanidad producto de un diseño del cual las ideas
filosóficas fueron las principales autoras. Encarnamos el resultado de la
imaginación ética y política de quienes dieron ese gran salto sobre el mero
sucederse.
Esa Historia es la nuestra. La historia de la filosofía es la clave
de lo que somos y de por qué lo somos. Está todo ahí. De Platón a Descartes, de
Spinoza a Darwin; de Hegel a Freud. De Tocqueville a Beauvoir. De Agustín a
Marx. En la filosofía no hay caminos imposibles. No sólo forma parte del núcleo
duro de las Humanidades, sino que es la raíz misma de aquello en que nuestra
civilización consiste. Somos progenie de las ideas. Ellas son nuestros muros
firmes. Eso lo tenemos que seguir sabiendo y trasmitiendo.
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