En
las antiguas religiones, el alma era lo que daba vida a la materia,
algo que diferenciaba un cuerpo vivo de otro no vivo y tenía la
cualidad de seguir existiendo después de la muerte. Los filósofos
griegos le añadieron la capacidad de contener el conocimiento, con
lo que únicamente los poseedores de conocimiento, es decir lo seres
humanos, podían tener alma. El cristianismo adquiere el concepto del
alma de la filosofía griega pero la convierte en totalmente
dependiente de Dios.
La
interpretación que hizo la Iglesia Católica para admitir la teoría
de la evolución, fue que Dios pudo servirse de un animal que ya
existía, al que añadió el alma para convertirlo en hombre. Y a
partir de ese momento dotó de alma a todos los hombres que vinieron
después. Para la Iglesia Católica el alma no ha podido evolucionar
con el hombre porque toda alma es creada por Dios.
En
las últimas décadas se han producido importantes avances en el
conocimiento de la evolución del ser humano. Hasta casi finales del
siglo XX la ciencia creía que la evolución había sido lineal. Es
decir: desde que, desde el punto de vista evolutivo, la especie que
daría lugar al homo sapiens se separó de los otros primates, fue
transformándose a través del tiempo hasta desembocar en el hombre
actual. Algo similar a lo que se representa en la imagen que estamos
acostumbrados a ver en múltiples variantes.
De
hecho, según esta imagen, Homer sería una evolución directa de los
neanderthales, cuando hoy día existen numerosas pruebas de que estos
fueron unos homínidos distintos del homo sapiens que se extinguieron
hace 40.000 años, y que coincidieron durante un tiempo de su
existencia con el homo sapiens. Los más recientes descubrimientos
demuestran que hubo hibridación entre neanderthal y sapiens de
manera que, salvo en el África subsahariana, la mayor parte de la
humanidad porta genes neanderthales.
En
el esquema evolutivo lineal es “facil” encajar la postura de la
Iglesia Católica: Dios elige un momento de la evolución y decide
que a partir de entonces todos los individuos que nazcan tienen alma.
Pero los avances de la paleontología indican que desde la separación
de los primates hubo varias ramificaciones en la evolución, de
manera que han existido al menos una veintena de homínidos en los
últimos 7 millones de años y todos excepto el homo sapiens se han
extinguido, siendo los neanderthales los últimos en hacerlo. En este
caso, la postura de la Iglesia Católica sería comprensible siempre
que el momento elegido para dotar al hombre de alma fuese posterior a
la desaparición de los neanderthales. Porque si fuese anterior,
tendríamos especies distintas al hombre que habrían tenido alma.
De
acuerdo con los estudios y descubrimientos relativos a los
neanderthales, parece probado que enterraban a los muertos y tenían
ritos relacionados con la muerte. Siendo así, ¿Puede la Iglesia
afirmar que un ser capaz de pensar y que cree en la existencia de
algo después de la muerte no tiene alma? ¿O considera que los
homínidos distintos del homo sapiens eran animales sin alma que, en
el caso de los neanderthales, tuvieron hijos con hombres con alma?
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