La Manzana de la Discordia del Mito versus la Manzana de la Concordia de la Ciencia y la Tecnología
Como dice una
de los mayores expertos de Cultura Clásica en nuestro país, Carlos García Gual,
es difícil dar una definición de lo que
es un Mito, al igual que resulta difícil dar una definición de lo que es la Razón
por lo que oponerlos, sin más, parece demasiado obvio para ser aceptado. Todas
las culturas de las que tenemos conocimiento, participan en mayor o menor
medida, de una tradición mítica alojada en la memoria comunitaria, que se transmite
de un modo oral o escrito. Son como las llamadas “historias de la tribu”; que
durante siglos han ofrecido a sus creyentes una interpretación del sentido del
mundo.
Nuestra cultura europea tiene también una larga tradición mítica, empezando por
la mitología clásica de la antigua Grecia (y su versión romana) que la literatura
y el arte nos ha ido transmitiendo y que perviven a través de los siglos. Mucho
antes de que existiese la filosofía, los poetas conocidos como “maestros de
verdad”, nos transmitieron las acciones extraordinarias de esos héroes y dioses con una intención educativa, pues como decía el filósofo
Platón, los griegos creían en aquello que los poetas narraban. En esos Mitos,
que solían llevar el nombre de sus
protagonistas: Prometeo, Odiseo, Edipo, etc., nos encontramos muchas veces con
una manzana como denominador común.
Fijaos en el Mito de Paris, al que llamaremos La Manzana de la Discordia del Mito.
El juicio de Paris de Rubens Museo Nacional del Prado |
Esta historia comienza con una boda entre Tetis y Peleo, a la que fueron invitados todos los dioses menos Eris,
la diosa de la discordia.
Enfadada por este desplante crea una manzana dorada con la siguiente leyenda escrita
"a la más bella" y la tira en frente de Hera (Juno), Atenea (Minerva)
y Afrodita (Venus) en medio de la boda. Las tres diosas la quieren y la disputan entre sí,
así que Zeus (Júpiter) interviene y le pide a Hermes (Mercurio) que llame al hermoso
Paris para que escoja a la más bella, el cual tras reflexionar elige a Venus, quien se lo
agradecerá ayudándole a raptar a Helena lo que provocará la famosa guerra de
Troya y el odio de las otras diosas, tal y como se relata en La Iliada de
Homero.
Seguro que a
vosotros, que sois muy listos, se os ocurren otros mitos en los que aparezca una
manzana, pero ahora vamos a hablar de otra manzana, que llamaremos La Manzana de la Concordia de la Ciencia, que se hizo famosa porque
propició, según cuenta la leyenda, que el gran Newton descubriese el principio
de la Gravitación Universal.
Se cuenta que la Gravedad dejó caer una manzana en
el momento de la siesta de Newton mientras estaba sentado en el jardín a la
sombra de un árbol, y que éste se pregunto: “-¿por qué caen los cuerpos
terrestres?”, una pregunta para la que no tenía respuesta, por lo que siguió
formulándose preguntas: “-¿por qué no caen los cuerpos celestes?” .En la
diferencia, pensó, debía encontrarse la
clave, y así fue.
En este caso,
el relato fantástico de la manzana, podría leerse como un caso de “mitología
científica” que busca poner orden, en
este caso unificando los cielos y la Tierra en una única cosmología, porque al contrario de lo que sucede en las “mitologías
religiosas”, donde abunda la arbitrariedad y la discordia, (recordad lo que le
pasó a Adán y Eva con la manzana), en los relatos de la ciencia se busca la
regularidad en los procesos naturales, se buscan leyes que excluyan la arbitrariedad en
el curso de los acontecimientos sean cósmicos o humanos, principios que muestren
que las cosas son como tienen que ser y suceden cuando tienen que suceder; es
decir, que son necesarias y no dependen
del arbitrio de los dioses.
Hay una exigencia de racionalidad de lo real que
nos ha permitido comprender racionalmente el mundo e intervenir técnicamente en
él desarrollando unas tecnologías que también tienen en la manzana un símbolo
mítico.
Alan Turing |
Logo de Apple |
Seguramente todos conocéis los
productos de la empresa de tecnología Apple que
comenzó su andadura con una manzana
mordida como símbolo. Muchos
dicen que su origen es un homenaje a uno de mis ídolos, el matemático Alan Turing, un brillante y enigmático
descifrador de códigos para el que los números no tenía ningún secreto. Cuando
en 1954 fue condenado porque los comportamientos homosexuales estaban
castigados por la Ley, se cuenta que Turing mordió una
manzana que había rociado con cianuro para suicidarse y evitar así ser
capturado. Una tragedia y una injusticia imperdonable.
Para muchos, este símbolo representa La Manzana de la Discordia de la Tecnología, pues el origen de esta empresa norteamericana está plagada de mitos, enfrentamientos entre sus fundadores Steve Jobs y Steve Wozniak, a la vez de que de disputas con sus empresas rivales, pero probablemente no es momento para esta historia, en la que el personal y carismático temperamento de Steve Jobs, y su prematura muerte, lo convirtieron para muchos, en nuevo un ídolo o Mito contemporáneo.
Para muchos, este símbolo representa La Manzana de la Discordia de la Tecnología, pues el origen de esta empresa norteamericana está plagada de mitos, enfrentamientos entre sus fundadores Steve Jobs y Steve Wozniak, a la vez de que de disputas con sus empresas rivales, pero probablemente no es momento para esta historia, en la que el personal y carismático temperamento de Steve Jobs, y su prematura muerte, lo convirtieron para muchos, en nuevo un ídolo o Mito contemporáneo.
Pero, quizás
vosotros tengáis vuestros ídolos representados en deportistas o estrellas de la
música o el cine que nos recuerdan a aquellos “superhéroes”, popularizados por los comics y
la industria del cine: “Supermán, Batman, etc.. En este sentido la palabra “Mito”
se ha convertido hoy en un sinónimo de “famoso adorado por las masas”. Para vosotros, sus fans, seguro que son como seres mitológicos, tan de fábula como los superhéroes.
También la
palabra “mito” ha entrado en nuestro vocabulario como aquello que es irreal,
que confunde “lo falso” con “lo verdadero”. Así se entiende como creencias sin
fundamento, pero de eso casi hablaremos otro día.
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