martes, 11 de noviembre de 2014

Limitar un mundo

Llamar. Designar. Poner nombre. Entendamos el lenguaje como herramienta, como camino para expresar pensamientos y, de alguna manera enmarcar una realidad, limitar un mundo. ¿Existen límites en el lenguaje? ¿Quién establece las dimensiones? Puesto que es compartido, debe cumplir unas determinadas "normas generales" dentro de la sociedad. ¿No es "el ser compartido" condicionante del lenguaje? ¿Podría existir sin él un "nosotros"?
Aprendemos a través de él. Con él vivimos, sentimos, ponemos nombre a lo que nos rodea, y lo que nos rodea nos pone nombre. Manifestamos emociones, ¿qué significa un "te quiero"? 
El lenguaje es conductor, de alguna manera, de nuestra identidad, de nosotros mismos: constituye un medio mediante el cual nos desdoblamos al mundo.
Me gustaría plantear la siguiente cuestión: ¿nosotros construimos el lenguaje o el lenguaje nos construye a nosotros? Más allá de nuestra capacidad sociobiológica, en el campo del "nosotros con los demás". Por medio del lenguaje somos capaces de crear cultura; pero, ¿cómo esta rebota repercutiendo sobre nosotros, sobre nuestra identidad? Establecemos una organización, una designación de la realidad; en la que posteriormente nos encontramos encerrados (y qué difícil es salir de ahí). ¿En qué medida somos víctimas de sus consecuencias? 

Aida Carril Barcia 1ºBI

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